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La trampa del subdesarrollo


Naciones Unidas define “el desarrollo sostenible como la satisfacción de «las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” y en su Reporte Global de Desarrollo Sostenible1, también lo relacionan con la igualdad económica, social y ambiental.

A su vez, el Banco Mundial mantiene datos y estadísticas actualizados a nivel mundial relacionados con el desarrollo. Este año el banco ha relacionado estos indicadores de desarrollo con las metas de desarrollo sostenible adoptadas por las Naciones Unidas. Los datos no son nada alentadores para Guatemala. Consistentemente estamos hasta abajo en comparación con el resto de los países de la región.

Al estudiar estos indicadores podemos ver que Guatemala presenta elevados niveles de pobreza, altos porcentajes de su población viviendo en asentamientos y una muy baja inversión en salud.

Por otro lado, ha sido bien estudiada y comprobada la relación existente entre pobreza, desarrollo y riesgo de desastres. A mayor pobreza, menor desarrollo y mayor riesgo a desastres. A su vez, mayor riesgo a desastres implica mayor ocurrencia e impacto de desastres lo que aumenta la pobreza y frena o retrocede el desarrollo. A este terrible círculo vicioso hay que agregarle el impacto y los efectos del cambio climático global. La CONRED estima que los desastres le cuestan al país un promedio de entre 3,000 y 4,000 millones de Quetzales al año. A ese dato habría que sumarle los costos indirectos y las pérdidas de producción y de inventarios. Otro factor a considerar es que expertos del Banco Mundial estiman que por cada Quetzal que se invierte en prevención, el país se puede ahorrar entre 7 y 12 Quetzales en respuesta.

El problema es que todos estos temas se manejan de forma aislada y sin una verdadera visión de futuro. Cada institución de gobierno se encierra en su pequeño feudo y se niega a incluir o siquiera considerar una agenda común. Algo tan simple como compartir información de manera interinstitucional se convierte en un calvario burocrático que requiere convenios, acuerdos, consultas, dictámenes jurídicos y autorizaciones del más alto nivel. Todo esto resulta en poca efectividad, ineficencia, duplicidad de esfuerzos y pérdida de recursos. Para mientras, la pobreza aumenta, el riesgo aumenta, los peligros aumentan y nuestras esperanzas de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible disminuyen.

Por supuesto, hay muchos otros retos que debemos afrontar como lo son la inclusión de los sectores más vulnerables, la búsqueda de la equidad de género y el combate a la corrupción.

Si queremos un verdadero desarrollo sostenible vamos a tener que integrar y armonizar las políticas de reducción de pobreza, de cambio climático, de gestión de riesgo y de desarrollo a manera que se complementen y formen una relación simbiótica que nos permita romper el círculo vicioso que nos tiene atrapados en el subdesarrollo.

Ing. Alejandro Maldonado Lutomirsky

DR3 Consulting

  1. https://sustainabledevelopment.un.org/globalsdreport/

 
 
 

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